PACO ISIDRO
Que no me puedo callar,/ aunque me impongan silencio.
Dejen que se caiga sola/ esta amargura que tengo,/ como se cae de las flores/ el armazón de sus pétalos.
La pena se ha hecho redonda/ y rueda por los esteros.
De la noche a la mañana/ se vistió el cante de negro;/ desde un polo al otro polo,/ desde la piel a los huesos;/ porque murió PACO ISIDRO,/ gran artista y caballero.
Que no me puedo callar,/ aunque me indiquen silencio.
¡Ay del fandango de Huelva,/ herido mortal por dentro!
¿Desde dónde, Paco Isidro,/ nuestro dolor estás viendo?/ ¿Desde qué chato de vino?/ ¿Desde qué colmao desierto?/ ¿A qué playas sin arenas/ llegó el afán de tu vuelo?/ ¿Sobre aquel caballo bayo,/ que te costó gran dinero/ y que nadie te compró/ cuando quisiste venderlo,/ te has ido, quizás, cantando/ por un campo de luceros?
Dime: ¿Desde qué templete/ de adelfas estás mintiendo/ al decir que te has marchado/ y está tu voz en el viento?
Porque estás ausente, claro;/ pero "no de pensamiento",/ que se dora con tu cante/ de cobre y de terciopelo.
Huelva puso en tu fandango/ los latidos de su pecho./ Y se vistió de alegría/ cada vez que tu requiebro/ sonaba en el aire suyo/ de España o el extranjero:/ pues fuiste por esos mundos,/ anhelante y quijotesco,/ chorreando fandanguillos/ sorprendentes de maestro.
La emoción de sus artistas/ y el valor de sus toreros;/ la beldad de sus mujeres; el músculo y el arpegio;/ el ir y venir de todos/ en el más divino aliento;/ toda la constelación/ en ascuas de sus desvelos,/ figuran hoy detenidos,/ ensimismados: que han puesto/ sobre su fe la noticia/ de que para siempre has muerto.
Y nos parece mentira./ ¡Y no queremos creerlo!
¡La pena se ha hecho redonda/ y rueda por los esteros!/ De la noche a la mañana,/ se vistió el cante de negro.
¿Pero es verdad el rumor?/ ¿Pero fue verdad tu entierro?
¡Ay, Paco Isidro! Te has ido,/ pero no "de pensamiento/ que el artista que fallece/ -siendo artista de los buenos-/ no lo siega cruel guadaña,/ ¡ni lo traga un cementerio!